1. Escribe un abecegrama. Consiste en escribir una narración con palabras ordenadas alfabéticamente. Se empieza por la A, se continua con la B, la C y así sucesivamente hasta la Z. Ejemplo:
2. Escribe un poema acróstico. Elige una palabra ( tu nombre, un sentimiento...) y cada verso debe empezar por una letra. Las primeras letras de cada verso deben formar tu palabra escogida en vertical. Ejemplo:
cuida que tus llaves
una gota no derramen
infórmate cómo
detectar fugas en la casa
acude a personas expertas para atacar
el gran problema
lo antes posible.
ahora estamos a tiempo
ganemos la batalla
unidos venceremos
a los que desperdician el agua.
3. Lee el siguiente texto narrativo y conviértelo en un texto dramático. Usa acotaciones.
-¡Mozalbete, has de saber una cosa – advirtió muy seriamente
don Poncio, el concejal y tendero, a Renco
la mañana de su llegada a la tienda de ultramarinos- : existe una gran
diferencia entre una tienda y un hostal.
¡No nos engañemos! Esta casa, este establecimiento es una tienda; no un hostal,
ni una posada, ni un mesón. Aquí todos
arrimamos el hombro y nos ganamos los garbanzos. No nos gustan los holgazanes. Y, por lo que veo, tú
habrás pasado muchas penalidades, pero tienes las manos y los pies tan fuertes como los de
cualquier otro chico de tu edad y, aunque parezcas algo remilgado y tengas esa pinta de recadero flaco
y escuchimizado, te obligaré a trabajar cono el primero, ¿entiendes?
Renco sintió con la cabeza.
- No te asustes, que será un trabajo sencillo. Aquí se
trabaja fuerte, pero nunca nadie se ha roto el espinazo en el tajo.
Don Poncio se puso los brazos en jarras en actitud de
esperar alguna palabra del chico, pero Renco no creyó oportuno decir nada. El
tendero ostentaba una barriga como un bombo y una cara redonda y roja como un
queso de Holanda.
- Bueno … Si no tienes nada que decir, puedes dejar la
maleta en cualquier rincón y acercarte para
que te explique tu trabajo.
La Tienda era pequeña y estaba llega de sacos de grano
amontonados en las paredes: tenía el techo tapado por una cortina de jamones y
ristras de embutidos de todas clases, y el mostrador atestado de latas, potes y
cajas. Todo aquello le daba un aspecto de cueva oscura o mazmorra y renco no
sabía ni cómo darse la vuelta y mucho menos, dónde colocar la maleta para que
no se perdiera en aquel maremágnum.
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